Estación Creel: Donde el Chepe y el tiempo se detienen

En mi primer post de Chihuahua les contaba como es que llegué hasta el norte para un viaje de 5 días y que en mis primeras horas ahí estuve conociendo la ciudad, pero aquí quiero hablarles sobre mi segundo día de viaje por Chihuahua con rumbo al Municipio de Cuauhtémoc para visitar la Comunidad Menonita más grande del país, nosotros íbamos a poder visitar la casa de Ana y su familia, los únicos que abren al público las puertas de su hogar para que podamos conocer como viven, sus costumbres y lo que hacen.

Conociendo a los Menonitas de México

De camino a casa de Ana, Adrían (nuestro guía) se encargó de contarnos un poco más acerca de este grupo religioso protestante de la iglesia luterana que nació en 1525 en Suiza y que llegó a México en 1922 desde Cánada en uno de sus movimientos migratorios que coincide con el fin de la revolución mexicana, hasta el día de hoy son alrededor de 60 mil menonitas en Chihuahua que se dedican sobre todo al campo, las carnes frías y diversas actividades.

Ana tiene 25 años, es casada y tiene 5 hijos, ella confecciona la ropa de toda su familia, en su casa tiene un pequeño comedor para quienes desean conocer lo que ellos hacen y tienen a la venta galletas, mermeladas, queso, pastel entre otras delicias. Habla alemán, inglés, español y platoch, el idioma más común entre ellos y el único que se habla hasta los 12 años, cuando ya tienen oportunidad de comenzar a aprender otros idiomas. En su casa no hay televisión, videojuegos o joyas, las mujeres visten con largas faldas, vestidos pero nunca pantalones. Cuando se casó lo hizo de negro, pues para ellos representa un momento elegante y serio, desde entonces porta una pañoleta del mismo color en la cabeza para demostrar que es una mujer casada, aquellas que quieren casarse y se sienten listas deben portar una pañoleta blanca.

Cuando llegamos a casa de Ana nos recibió con una sonrisa, aún le cuesta un poco el español pero lo habla bastante bien, nos pone a la mesa diferentes sabores de mermelada, pan, jamón y queso antes de traernos las empanadas de requeson y mientras saboreo las mermeladas le echo el ojo a todas las galletas que tengo a mi derecha, de todos los colores y tamaños, mi plan era traer hasta Cancún algunas pero la verdad es que días después a bordo del Chepe acabé con ellas y sí, todo, todo estaba delicioso. Antes de irnos me pongo a jugar con el hijo más pequeño de Ana, tiene unos ojos increíbles, me deja cargarlo y jugamos un rato antes de despedirnos no sin antes agradecerle por todas sus atenciones y continuar así con nuestro viaje a Creel.

Desayuno con Menonitas

Ver también: Hoteles en Chihuahua

Creel, Pueblo Mágico y Portal a la Sierra Tarahumara

Desde Cuauhtemoc hasta Creel son cerca de 2 horas en carretera, en el camino nos detenemos a comprar en una tienda en donde venden paletas heladas de aguacate (no había ese día así que me quedé con las ganas de probarlas) pero compro unos refrescos “Sabor Manzana” de la región por recomendación de Adrián que sí, son más ricos que el que venden en cualquier lugar. Desde que llegué a Chihuahua todo era diferente, la vegetación, los colores, no estaba el azul de mi Cancún, pero había montañas y nos divertimos encontrándole formas a las piedras y los cerros. “Ese es un apache, aquél es un león” y así se nos va el tiempo platicando de todo, jugando y riendo, yo voy de copiloto con la cámara en mano, no quiero que nada se me escape, es la emoción de conocer un lugar nuevo lo que me tiene con la vista pegada a la ventana.

Llegamos a Creel, uno de los tres Pueblos Mágicos de Chihuahua, y me doy cuenta de que es un lugar pequeño, son casi las 3 de la tarde y afuera está fresco, para la noche se pronostican bajas temperaturas y con mucha razón ya que este lugar está en uno de los puntos más altos del estado, incluso más que las Barrancas del Cobre, a la mañana siguiente amanecimos a 5°C y todo estaba lleno de escarcha, el invierno está llegando a México y se puede sentir con el viento frío de Chihuahua. Fue aquí en donde tuve la sensación de encontrarme en un lugar muy lejano, no parecía México y lo mejor de todo es que sí lo era, me di cuenta que no tenemos nada que envidiarle a otros países, tenemos lugares sorprendentes, solo nos hace falta atrevernos a descubrirlo un poco más y esta sensación se hizo más grande cuando llegamos a Villa Mexicana, nuestro hotel para esa noche, para mi sorpresa eran unas cabañas y todo era muy rústico, un estilo que a mi en lo particular me gusta mucho.



Ver aquí el circuito que estaba haciendo: Viaje en Chepe de Chihuahua a los Mochis por 5 Días”

¡Les presento a Doña Petra!

Dejamos todo y volvimos a la carretera, nuestra primera parada fue a las afueras de Creel, en donde vive Doña Petra en una cueva, sí, tal como lo leyeron, ella vive en una cueva bajo unas piedras, el día que la conocí estaba sentada cosiendo una falda y nos recibió con una sonrisa y un sentido del humor digno de admirar, no vive ahí por no tener una casa sino porque quiere y a eso está acostumbrada ya que fue ahí donde nació y ha vivido desde entonces.

Doña Petra

Junto a su cueva, muy cerca tiene una casa en donde el gobierno alguna vez trató de reubicarla, aún así ella prefiere dormir y habitar el lugar que siempre ha sido su hogar, en donde tiene gallinas, perros y junto con su hija y nieta (de 10 meses) venden pulseras y cremas con productos de la región. Debo decir que mucha gente la visita para platicar un rato con ella y es una persona muy cálida que además sabe bromear, si algún día tienen la oportunidad de conocerla, háganlo, es una señora increíble que a sus 76 años de edad luce muy fuerte.

 Por respeto no quise tomar foto dentro de su “casa” pero debo decir que me sorprendió mucho conocerla y más aún saber que ella es feliz viviendo de una manera tan simple como muchos de nosotros seguramente no podríamos.

Conociendo el Lago Arareko…

Después de la visita a Doña Petra llegamos hasta el Lago Arareko, debo decir que era la primera vez que me encontraba en un lago, los había visto en películas y siempre he creído que tienen cierto encanto, pues así fue con este, con la gente en botecitos remando y los árboles de bosque, fue una visita rápida ya que el hambre comenzaba a sentirse y mientras estuvimos ahí aproveché para tomar unas fotos y acercarme a ver lo que vendían unas señoras a la orilla del lago en donde le compré a una pequeña una pulsera que hoy llevo conmigo a todos lados.

Este bonito lago se encuentra a 5 km de Creel, no solo es perfecto para ir de visita sino que puedes acampar y hacer diferentes actividades al aire libre como pasear en botes, a caballo o hacer bicicleta de montaña, también se encuentra Batosarachi, unas cabañas dentro de una comunidad rarámuri que están acondicionadas para descansar y disfrutar de la naturaleza.



¿Tours en Chihuahua? >> Aquí puedes verlos.

Explorando los valles de Creel

En la mañana antes de irnos a Barrancas del Cobre nos fuimos a explorar los valles cerca de Creel, esto incluía el valle de los hongos, de las ranas y uno de los más famosos, el valle de los monjes, cada uno de estos valles toma sus nombres por las formaciones de sus rocas desgastadas por la lluvia y el viento, todos se encuentran dentro de comunidades Tarahumara y es importante decir que cada vez que entras a una comunidad hay que pagar alrededor de $25 pesos directamente a ellos, sin intermediarios.

En el Valle de los Monjes puedes ver rocas de casi 60 metros de altura, se dice que son monjes reflexionando y es un lugar tan tranquilo y silencioso que puedes disfrutar por completo de la naturaleza, incluso puedes ir subiendo poco a poco y encontrarte con grandes vistas.

En cada valle te encuentras con tarahumaras vendiendo artesanías, así fue como poco a poco me fui acercando a ellos, Adrián conocía a algunos en cada lugar al que íbamos y nos contaba un poco más sobre la historia de cada uno, como el pequeño que llegó pidiéndole un balón la próxima vez que lo visitara. Todas sus casas estaban lejos la una de la otra por una sencilla razón que nos explicó el guía “los tarahumaras se dan espacio porque de esa forma saben que no tendrán problemas con los demás, cada quien resuelve sus problemas y hace lo mejor posible para mantener una buena convivencia para mi era sorprendente ver como caminan largo rato para llegar de un lugar a otro, sin importar que a veces van en bajada o lo mucho que tengan que subir.

A nuestro regreso del Valle de los Monjes pasamos a San Ignacio, una comunidad Tarahumara, íbamos a visitar la iglesia dedicada a San Ignacio de Loyola, es un templo pequeño con un altar que tiene lo necesario para mantener la fé de sus creyentes pero lo que más me sorprendió no fue lo que me encontré adentro sino afuera, en las puertas de la iglesia, ahí estaba Rosita con casi 2 años, andaba corriendo y dando vueltas en el patio mientras su mamá vendía muñecas, pulseras y cosas que ella hace. Yo estaba tomando unas fotos agachada cuando Rosita fue y se acomodó frente a mi y dejó que tomáramos una foto para después seguir corriendo alrededor. A su mamá le compré una muñeca a la que llamé rosita en su honor, para recordarla siempre, ella que no dudó en darme la mano para caminar y jugar unos minutos conmigo, recordándome lo que Adrián nos acababa de explicar sobre la palabra “Korima” compartir de lo mucho o poco que tienes, algo en lo que los Tarahumaras creen mucho, ella me dió su confianza y eso fue suficiente para alegrarme el corazón aquella tarde en un lugar tan lejos al que suelo llamar hogar. 

¡Kuira Bá!=Hola 

A partir de aquí todo es diferente, los paisajes en el chepe son increíbles y vale mucho la pena comenzar desde Creel el recorrido en tren hasta las barrancas, el clima en este pueblo mágico es muy fresco y aunque sea un lugar muy pequeño tiene su encanto, hacen una cerveza artesanal que acompañada de una pizza es la combinación perfecta.

Me hubiera gustado quedarme al menos dos días en Creel porque sé que me faltó mucho por conocer, pero en 24 horas conocí más de lo que yo misma me hubiera imaginado, una razón más para volver y dedicarle más tiempo a este pueblo mágico de Chihuahua.

¿Cuál es nuestra siguiente parada? ¡Barrancas del Cobre! Uno de los lugares con los que había soñado por mucho tiempo, pero ese es otro artículo en este blog de viajes.

Matétera-bá = Gracias, por acompañarme en este viaje…

 

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