Viajar por México siempre es una experiencia única, que te llevará por un sinfín de aventuras a través de sus bellas tradiciones y costumbres en cada paso que das. La naturaleza se presenta frente a nosotros con su elegante majestuosidad que no deja a nadie indiferente.
México posee una gran biodiversidad de flora y fauna, dándonos un abanico de posibilidades para elegir a la hora de explorar este gran país. En esta ocasión viajamos del caluroso caribe, más específicamente desde Cancún al centro del país, a la ciudad de México para vivir uno de los lugares más esperado en mi lista de destinos, el famoso Nevado de Toluca que se encuentra ubicado en el Estado de México.
La idea de esta exploración era poder ver por primera vez nieve en México, ya que era lo único que no había visto en este país. Partimos muy temprano un día de febrero al punto de reunión en que habíamos acordado en el tour que tomamos a través de México Destinos.
El viaje hacia el Nevado de Toluca es de alrededor de dos horas y media dependiendo del tráfico que exista a la hora de salir de la ciudad. El guía nos explicó distintos detalles sobre la exploración, como el verdadero nombre del Nevado que es “Xinantécatl” que proviene del náhuatl que significa hombre de las nueve aguas y que se encuentra ubicado entre los valles de Toluca y Tenango.
¿Qué es el Nevado de Toluca?
El Nevado de Toluca es un volcán que tiene una elevación de 4680 metros sobre el nivel del mar, siendo la cuarta formación más alta de México.
El tour te deja en el campamento que se encuentra en la boca del volcán, en este punto te preparas para vivir una hermosa caminata entre bellos paisajes. El recorrido es de alrededor de tres a cuatro horas dependiendo del ritmo que lleves. Un punto importante es que lleves ropa cómoda para realizar el trekking y ojalá térmica porque las temperaturas oscilan entre los -4 y 12 grados, en especial si se encuentra nevado.
En la Cima del Nevado de Toluca
El primer encuentro es cuando llegas a la primera cima y logras observar dos hermosas lagunas en el interior del cráter, rodeado de imponentes formaciones rocosas que te hacen sentir pequeño ante tan maravilloso espectáculo. Las lagunas reciben el nombre de la luna y del sol, en este lugar se encontraron importantes vestigios prehispánicos.
Tras tan bello recibimiento comenzamos a bajar a la primera laguna, donde el polvo se levantaba a cada paso que debamos y así se acercaba ante nosotras la laguna de la luna, donde el sol calentaba nuestras mejillas mientras el viento frío las volvía a helar, algunos valientes se bañaron en sus frías aguas para sacarse la foto extrema de rigor.
Nos detuvimos un tiempo para agarrar energía e ir en busca de la segunda laguna. Subimos y bajamos pendientes para llegar a la laguna del sol y así apareció ante mi unas manchas de nieve en las puntas más altas del cráter, ese blanco perfecto mezclado con el café y rojo de la piedra formaba una hermosa pintura. Ese blanco perfecto aunque era muy poco fue mucho para mí, ya que es un color que extrañaba ver después de 4 años sin toparme con él.
La laguna del sol nos deleitaba con sus colores amarillos y verdes mientras el tímido sol se escondía entre las nubes, dejando escapar uno que otro rayito. Cada paso que daba trataba de registrar todos los detalles posibles, no daba crédito a lo que veían mis ojos, sólo pensaba que todos deberían conocer este lugar.
Después de una larga y bella caminata…
Tras 4 horas del recorrido, nos subimos a la van para llegar al Parque de los Venados que se encuentra en la falda del volcán. Aquí hay distintos puestos de comida, donde encontraras sopas, quesadillas, tacos, tortas lo que se te ocurra para combatir el hambre después de tanto caminar. Los precios son muy accesibles y lo mejor de todo hecho con amor.
Cae la tarde y los tímidos rayos de sol de marchan y nosotros partimos de regreso a la Ciudad de México, algo agotadas pero con el corazón inflado de tan bella exploración, donde quedas con la sensación de seguir descubriendo este hermoso país que nos sorprende en cada paso que damos.
